Cómo aumentar matrículas con marketing digital. Hace no mucho, me encontraba en esa situación desesperante donde el teléfono no sonaba, los correos no llegaban y las aulas —físicas o virtuales— parecían más un desierto que un lugar de aprendizaje. Había lanzado un curso con toda la ilusión del mundo… y nadie se inscribía. Literal, nadie.
Hasta que entendí que no bastaba con tener un buen curso. Hay que saber venderlo. Pero tranquilo, no te voy a soltar un rollo técnico ni fórmulas mágicas que solo funcionan si tienes un presupuesto millonario. Hoy quiero contarte, como colega y sobreviviente del marketing educativo, cómo logré aumentar matrículas con herramientas digitales, paso a paso y sin perder la cabeza.
1. Conoce a tu estudiante ideal (o estarás disparando al aire)
Lo primero que aprendí fue esto: no todos quieren lo que tú ofreces. Y está bien. Pero necesitas saber exactamente quién sí lo quiere.
¿Estás buscando adolescentes que buscan su primera certificación? ¿Profesionales que quieren un ascenso? ¿Padres que buscan clases extracurriculares para sus hijos?
A ese perfil ideal lo llaman “buyer persona”, pero en cristiano es simplemente tu estudiante soñado. Yo hice encuestas, hablé con antiguos alumnos, y hasta le pregunté a Google qué buscaban las personas cuando querían aprender lo que yo enseñaba. Saber eso cambió todo.

2. Una web que enamore (y convierta)
Una vez que sabes a quién te diriges, tu página web tiene que hablarle directamente. No hace falta que sea una obra maestra del diseño, pero sí debe ser clara, rápida, y con un mensaje que diga: “¡Este curso es para ti!”
Yo cambié mi página (que parecía de 2009, lo admito) por una más simple y directa: título llamativo, beneficios claros, botón para inscribirse y testimonios. ¡Boom! Las visitas empezaron a quedarse más tiempo… y algunas hasta se convertían en matrículas.
Ah, y no te olvides del SEO. No tiene que sonar como un hechizo de Harry Potter. Basta con que uses frases clave como “curso de inglés para adultos en [tu ciudad]” en los lugares correctos (título, subtítulo, descripción). Así Google te muestra a las personas que sí te están buscando.
3. Redes sociales: tu vitrina moderna
Si tu academia no tiene presencia en redes… es como si no existiera. Pero no hay que estar en todas, solo en las correctas.
Yo empecé con Instagram porque mi audiencia era joven. Subía videos cortos, testimonios reales y pequeños tips del curso. También hice algunos lives para resolver dudas. ¿Resultado? Más interacción, más confianza… más alumnos.
También humanicé mi marca. Mostré al equipo, a los estudiantes, el “detrás de cámaras”. Eso genera empatía, y la empatía vende.
4. Publicidad digital: el empujoncito que a veces hace falta
Con muy poco presupuesto empecé a hacer campañas en Facebook e Instagram. Nada elaborado: una imagen atractiva, un texto directo (“¿Te gustaría aprender X en solo 4 semanas?”) y un botón que llevaba a una landing page.
La magia está en segmentar bien. Por ubicación, intereses, edad. Y luego hacer retargeting, es decir, mostrarle anuncios a los que ya visitaron mi web pero no se inscribieron. A esos solo les decía: “¡No te lo pierdas! Últimos cupos.” Y sí, eso funciona.

5. El poder del email marketing (sin parecer spam)
Una vez que tienes correos, no los dejes morir en una lista. Automatiza algunos mensajes: bienvenida, recordatorios, beneficios, y una que otra historia inspiradora.
A mí me funcionó mucho ofrecer un pequeño regalo para captar correos: una clase gratuita, una guía descargable, algo de valor. Luego, los correos hacían su trabajo. Sutiles, amables, y efectivos.
6. Los testimonios valen oro
Nada vende mejor que ver a alguien como tú, contando que le fue bien con ese curso. Grabé a algunos exalumnos contando su experiencia. Otros me dejaron mensajes por escrito.
Los publiqué en la web, en redes y en los anuncios. El resultado fue como agregar levadura a una receta: todo empezó a crecer.
7. Mide, mejora, repite
No te voy a mentir: al principio es prueba y error. Algunas campañas no funcionaron. Otras sí. Pero como tenía métricas (Google Analytics, estadísticas de Facebook, etc.), supe qué ajustar.
Y eso es lo bonito del marketing digital: todo se puede medir. Cada clic, cada visita, cada formulario enviado. Y con eso, vas afinando tu estrategia hasta que fluye.
Conclusión: De clics a clases llenas
Hoy las aulas ya no están vacías. ¿Fue magia? No. Fue estrategia, constancia y aprovechar bien las herramientas digitales. Si yo pude hacerlo —con poco presupuesto y muchas dudas— tú también puedes.
Así que, si estás buscando aumentar matrículas y no sabes por dónde empezar, escoge uno de estos pasos y lánzate. No necesitas hacerlo todo a la vez. Pero cuanto antes empieces, más cerca estarás de ver ese cartel que dice: “CUPOS AGOTADOS